Transvulcania 2016


Cientos de imágenes pinchando en este enlace Transvulcania 2016


Hace tiempo que no escribo en este blog y reconozco que no he estado con muchos ánimos.  Sin embargo, la Transvulcania tiene sobre mi un efecto de subidón que me altera y me enerva para bien. Por ello me decido a escribir nuevamente.

Desde hace casi tres meses la palabra Transvulcania es de uso cotidiano. Por temas laborales me toca colaborar directamente con la organización del evento y me siguen sorprendiendo los entresijos y la complejidad que conlleva realizar una prueba de este nivel.

Como en 2015 este año quise disfrutar de la carrera en familia, con mi padre y mi cuñado, y dije que no a varias propuestas para trabajar como medio gráfico en la prueba. Gozar de la prueba libre de ataduras es lo más parecido a correr para un afotador como yo.



Acudí al kilómetro vertical el Jueves por la tarde por la zona de la cajita de agua de Minaderos. En compañía de Javier subimos a ritmo de tortuga hasta el collado a 500 metros de la torre del Time donde se contempla una postal del valle de Aridane y de la Cumbre Vieja.  De aquí seguimos el sendero en sentido contrario a la prueba hasta llegar a una zona de vértigo donde las imágenes debían quedar espectaculares.



Por esa zona estuve hace dos años y el público en esta ocasión no se desplazó como en aquella edición. Me sorprendió la gran cantidad de runners que iban muy tocados, al límite, con la respiración entrecortada y caras de sufrimiento.  Todo lo contrario que Saúl Padua, el joven colombiano, que subía con una suavidad insultante, sus piernas flotaban sobre las rocas del precipicio.



Cuando termina la prueba nos toca deshacer lo andado hasta llegar al coche. Este esfuerzo me pasó factura y mi pésimo estado de forma hizo que mi cuerpo se resintiera nuevamente. Un par de episodios de cólicos nefríticos o similares en los dos últimos meses hacen que no las tenga todas consigo para el día grande de Transvulcania.

Ante el temor de como me encontrara el Sábado preferí asegurar e ir al Refugio de El Pilar donde no veía la prueba desde la segunda edición.  Salimos a las 5:30 horas y antes de las seis aparcamos en la zona habilitada para prensa. Con el kiosko ya abierto no pudimos resistirnos al olor a café recién hecho y se nos unió Jose. Los voluntarios ultimaban el montaje de los detalles del avituallamiento, de la salida de la maratón, de la seguridad,...  Lo que me llamó poderosamente la atención fué la señal 3G en mi móvil cuando habitualmente movistar no carbura por esos lares. Viva Transvulcania pero dejen el repetidor todo el año.

Nos animamos y con las primeras luces caminamos el sendero que conduce a los corredores al Refugio pero en dirección contraria, hacia la ruta de los volcanes, hasta llegar a la Barquita. Aquí nos apostamos hasta que en pocos minutos aparece Sage Canaday, como en alguna otra edición, marcando el paso a un gran ritmo. La emoción es grande y aunque parezca una tontería se me pone la piel de gallina. Mientras busco encuadrar la Caldera de Taburiente y el Bejenao lo cual no es sencillo porque la niebla va y viene a una velocidad increíble. Todo no se puede controlar para que salga la foto que uno quiere o tiene en mente.



En esta ocasión y a diferencia de otros años Nicolas Martin (medio tocayo), segundo por la Barquita, y Luis Alberto Hernando, tercero en esos momentos, van a poco tiempo de Sage.

Comenzamos a descender a la vez que los corredores hacia El Pilar y sin parar de afotarlos...  Si ya es difícil a la velocidad que vienen y al goteo continuo de runners se une la dificultad de las luces y sombras, de la vegetación, de la estrechez del sendero,....



Pasa una hora y miro los disparos realizados y van 850 fotos.  A este ritmo me quedo sin tarjetas y sin batería.

Nos perdemos la salida de la Maratón al estar entusiasmados afotando sin parar doscientos metros más arriba...  y decidimos arrancar para Tijarafe haciendo una pausa para reponer energías.

Continuamos a mi lugar preferido estos últimos años, por la zona alta de El Pinar en Tijarafe, en busca del primer corredor de la ultra.

La bajada es muy dura y como dicen los entendidos "rompepiernas", y para afotar da mucho juego. Este año no hacía el calor de ediciones anteriores e incluso llegó a lloviznar y a mojar las piedras con lo que aumentaba el riesgo de caídas.



Hernando ya pasó con un par de minutos de ventaja sobre Martin que aumentaría en el final de la bajada y del Puerto a la meta.

En mujeres Ida Nilsson pasaba muy destacada y machucada ya que se había caído varias veces y sus piernas estaban llenas de heridas y tiritas.

Sobre las 17 horas hacemos un kit kat y nos vamos al Puerto de camino a la meta de los Llanos. Ya cansados tras dos noches sin apenas dormir aguanté hasta que la segunda batería de la Nikon dijo basta.  Tres mil y pico fotos que tardaré mucho tiempo en ver en su totalidad. Tiempo al tiempo.



Este año creo que es la edición que más imágenes de corredores he visto en las redes sociales. El Domingo siguiente a la prueba miles de fotos inundaban la red. No puede haber un corredor de los 3.050 inscritos que se haya que dado sin un retrato.  Impresionante. Gran trabajo de todos aquellos que afotan aunque sea con su móvil.


La organización como siempre del diez, el público genial y sin su apoyo la prueba no sería lo que es. Nuestra gente hace a Transvulcania especial y única.  Qué no se pierda la esencia... Y gran detalle recuperar el protagonismo final de los corredores locales en el podio.



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Ya queda menos para el 13 de mayo de 2017 !!  comienza la cuenta atrás...




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